Disautonomía, una enfermedad poco conocida
Un resumen de las principales características de esta enfermedad
INVESTIGACIÓN CLÍNICA


¿Alguna vez has escuchado hablar de la disautonomía? Es un síndrome, que significa que es un trastorno con síntomas en diferentes sistemas o aparatos del cuerpo, que varían de persona a persona, pero que tiene en común una disregulación del sistema nervioso autónomo.
¿Te quedaste igual? Te explico: el sistema nervioso autónomo (SNA) es la parte de nuestro cuerpo que controla todas las funciones que pasan sin que tengamos que pensar en ellas, automáticamente, como los latidos del corazón, la respiración, la regulación de la temperatura del cuerpo, el control de la presión sanguínea, la digestión y muchos más.
No se saben hasta la fecha las causas de la disautonomía. Se comienza a presentar en personas jóvenes y los síntomas más comunes son desmayos, latidos cardiacos variables, presión arterial inestable, ya sea baja o alta, fatiga crónica, mareos, problemas gastrointestinales, insomnio, sudoración, intolerancia al frío o al calor, y más.
En varias enfermedades, como el síndrome de hiperlaxitud articular, o el síndrome de Ehlers Danlos, existe una mala regulación del SNA, pero además hay una falla del tejido colágeno de las paredes del sistema venoso que contribuye a la caída de la presión arterial.
Emociones fuertes, cambios de temperatura elevados en lugares cerrados o con mucha aglomeración de personas, pueden causar la aparició de los síntomas. En situaciones en las que se realizan cambios posturales bruscos, como el paso de estar acostado, sentado o en cuclillas a ponerse en pie, o bien, estar de pie quietos (en una fila) durante bastante tiempo, provocan un aumento del retorno venoso a las extremidades inferiores, con lo que la presión arterial baja de forma brusca y llega poca sangre oxigenada al cerebro, lo que llega a provocar el desmayo, o en el mejor de los casos mareos e inestabilidad.
Cuando cambiamos de posición bruscamente y pasamos de la estar sentados o acostados a estar de pie, debido a la acción de la gravedad, unos 300 a 800 ml de sangre se quedan en el abdomen y extremidades inferiores durante unos segundos después del cambio de posición. En el caso de tener disautonomía, el organismo no es capaz de compensar esto completamente y aparecen los síntomas.
Una buena comparación, es lo que sucede al líquido dentro de una botella a medio llenar. Si se mueve de la posición horizontal a la vertical, se ve que el líquido se queda abajo. A los conejos les sucede lo mismo, si se les mantiene parados por un rato se les aumenta de volumen en la parte inferior y se caen desmayados. Se debe a que sus venas no tienen buenas válvulas para llevar la sangre al cerebro, al estar de pie. Algo similar les sucede a las personas con disautonomía, debido a lo cual sienten mareos y pueden llegar a desmayarse. También le sucede a algunos soldados que estando en posición firme sin moverse por largo tiempo, durante una exhibición militar, se caen al suelo por pérdida de conocimiento. Si se les deja recostados en el suelo, o se les levantan los pies, se recuperan rápidamente, ya que mejora el retorno venoso de las extremidades al corazón y al cerebro. En casos menos frecuentes, la pérdida del conocimiento se puede seguir de convulsiones y se puede hacer el diagnóstico equivocado de epilepsia.
Los síntomas, especialmente la fatiga y desmayos, llevan a muchos médicos diagnosticar erróneamente a las personas que lo padecen como con síndrome de fatiga crónica, fibromialgia o depresión. En el entorno de estas personas, se les censura y critica de flojas, vagas, retraídas o antipáticas, por lo que los pacientes se sientes incomprendidos, ya que les dicen que todo está en su cabeza, que no se ven enfermos, que con una actitud positiva se vana a curar, y esto hace que se sientan peor emocionalmente. Muchos pacientes tras permanecer de pie largo tiempo, se sienten desfallecer, sienten mareaos, se ponen pálidos, sudan y llegan a perder el conocimiento. Algunas personas saben que son de presión arterial baja, pero no se les ha hecho el diagnóstico de disautonomía. Estas personas son por lo general son friolentas y lo han sido toda la vida, pero a veces al mismo tiempo, no toleran calores excesivos (es como que tuvieran descompuesto el termostato).
El diagnóstico es clínico, y puede realizarlo un médico internista, un cardiólogo, un neurólogo, reumátologo y existen pruebas que pueden ponerla de manifiesto, como la prueba de inclinación, medición prolongada de la presión arterial y latido cardiaco, electroencefalograma, y más.
Algunas de las recomendaciones que se dan a los pacientes para sobrellevar la enfermedad y prevenir lo más posible la aparación de los síntomas es evitar estar de pie por tiempo prolongado. Si no se puede evitar, hacer ejercicios como ponerse de puntas, poner un pie delante del otro y después volver a la posición inicial. Evitar caminar despacio. Cuando aparezcan los síntomas, o después de una comida abundante, reposar acostado al menos 15 minutos. Para evitar la deshidratación, tomar unos 2 a 3 litros de líquidos al día. Corregir los estados de ánimo con terapia psicológica. Usar medias elásticas de compresión. Si no existen hipertensión arterial o problemas renales, las comidas y alimentos salados pueden mejorar el retorno venoso. Hacer ejercicios aeróbicos moderados. Tras la valoración clínica, el médico de confianza determinará qué fármaco es el más adecuado.
Este mes estaremos hablando más ampliamente de todo lo relacionado con esta enfermedad, así que síguenos aquí en el blog, enredes sociales y ve nuestro live todos los martes a las 8:30 pm. ¡Gracias por leernos!